
Empleados de Kekén denunciaron que el grupo porcícola los amenazó para callar sobre el accidente donde murió un hombre y una mujer resultó herida de gravedad.
Un nuevo escándalo sacude a la empresa porcícola Kekén, luego de que un joven trabajador perdiera la vida trágicamente en un aparente accidente laboral, ocurrido en su planta procesadora ubicada en el kilómetro 8 de la carretera Umán-Poxilá.
El siniestro, que además dejó a una mujer gravemente herida, ha encendido nuevamente las alarmas sobre las precarias condiciones de seguridad dentro de la compañía.
Los empleados se precipitaron en la zona conocida como “Mesan”, una de las más elevadas dentro de la fábrica. La víctima fue identificada como Jesús Pech, de 23 años de edad, quien, según los primeros reportes, laboraba en el área sin contar con las debidas medidas de seguridad. De acuerdo con versiones de testigos, la escalera que utilizaban resbaló, lo que ocasionó que ambos acabaran en el pavimento.
Elementos de la Policía Municipal de Umán, agentes de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y técnicos en urgencias médicas acudieron al lugar. Inicialmente, les fue negado el acceso bajo el argumento de que se trataba de propiedad privada. Mientras tanto, dos ambulancias particulares estaban en el sitio.
A pesar de los esfuerzos del personal médico, Jesús falleció a causa del impacto. La otra persona lesionada, una mujer cuya identidad no fue revelada, fue trasladada a un hospital particular. Su estado de salud se reporta como estable, aunque presenta lesiones de consideración.
Las autoridades estatales lograron ingresar a la planta aproximadamente una hora después del percance. Al llegar, los familiares del fallecido fueron informados del trágico desenlace. Personal del Servicio Médico Forense se encargó del levantamiento del cuerpo, mientras que peritos de la Policía Estatal de Investigación iniciaron las diligencias correspondientes. La empresa y las autoridades policiacas no emitieron una postura oficial sobre los hechos.
Trabajadores también denunciaron que fueron obligados a borrar fotos de sus teléfonos y advertidos que, de compartir información, perderían su empleo. Esa situación pone nuevamente en el centro del debate las condiciones de seguridad dentro de la planta porcícola.






