
La unión de transportistas ACME demostró su poder al paralizar los accesos a la CDMX, forzando una respuesta estatal inmediata para liberar a su líder secuestrado. Descubre cómo lo lograron.
En una demostración de fuerza sin precedentes, la Alianza de Comerciantes y Transportistas (ACME) logró lo que a menudo parece imposible: una respuesta rápida y efectiva de las autoridades. Tras paralizar las principales autopistas de acceso a la Ciudad de México, consiguieron la liberación de su coordinador, Bernardo Aldana Becerril, quien había sido secuestrado en Jilotepec, Estado de México.
La pesadilla para el gremio transportista comenzó con el secuestro de Bernardo Aldana Becerril, coordinador de ACME en Jilotepec. Según denuncias de la organización, la privación de la libertad fue una represalia de grupos criminales tras su negativa a pagar cuotas de extorsión, un mal que azota al sector.
Desde las primeras horas del miércoles, miles de transportistas bloquearon de manera coordinada al menos siete de las autopistas más importantes que conectan con la capital, incluyendo la México-Querétaro, México-Toluca, México-Puebla, México-Pachuca y el Arco Norte. El caos fue monumental, con filas de vehículos de varios kilómetros y la economía de la región en jaque.
Una estrategia de presión que dio resultados
La medida, aunque drástica y controversial por su afectación a terceros, resultó ser extraordinariamente efectiva. La presión ejercida por la parálisis vial generó una crisis que el gobierno no pudo ignorar. En cuestión de horas, lo que parecía un caso más de secuestro destinado a un largo y tortuoso proceso de investigación, tuvo un desenlace rápido.
Durante la tarde del mismo día, las autoridades del Estado de México anunciaron la liberación de Bernardo Aldana y la detención de seis personas presuntamente implicadas en el crimen. Inmediatamente después del anuncio, los bloqueos en las autopistas fueron levantados.
«No vamos a permitir que se normalice la desaparición forzada, ni que el transporte siga siendo blanco de extorsiones y amenazas. No estamos solos. Somos miles. Y no nos vamos a dejar». – Comunicado de ACME.
¿Un nuevo modelo de exigencia de justicia?
Este evento marca un antes y un después en la forma en que la sociedad civil puede responder a la delincuencia organizada. ACME no se limitó a una simple protesta; ejecutó una operación de disrupción estratégica que obligó al Estado a actuar con una celeridad inusual.
El caso de Bernardo Aldana se convierte así en un poderoso estudio sobre cómo la acción colectiva y la capacidad de afectar los intereses económicos pueden ser una herramienta formidable para exigir justicia. Si bien la táctica es debatible por sus consecuencias, para los transportistas de ACME, el resultado es incuestionable: trajeron a su compañero de vuelta y pusieron su calvario en la agenda nacional.
El suceso deja una pregunta en el aire: ¿Veremos a otros gremios y grupos sociales adoptar tácticas similares para forzar la mano de un aparato de justicia que a menudo perciben como lento o indiferente?







