
Bajo las bulliciosas calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, persisten los vestigios de un oscuro pasado: los sótanos donde Arturo “El Negro” Durazo, exjefe de la policía capitalina, dirigía brutales sesiones de tortura. Estas mazmorras, ubicadas cerca del Zócalo, fueron escenario de innumerables violaciones a los derechos humanos durante su gestión en los años 70 y 80.











