
Bajo las bulliciosas calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, persisten los vestigios de un oscuro pasado: los sótanos donde Arturo “El Negro” Durazo, exjefe de la policía capitalina, dirigía brutales sesiones de tortura. Estas mazmorras, ubicadas cerca del Zócalo, fueron escenario de innumerables violaciones a los derechos humanos durante su gestión en los años 70 y 80.
Recientemente, sobrevivientes como Verónica López y Denisse Valverde, mujeres trans que fueron víctimas de estas atrocidades, han regresado a estos sitios para compartir sus desgarradores testimonios. Verónica recuerda con dolor: “¡Mira Denisse, por aquí me metían!”, señalando la entrada a un estacionamiento subterráneo donde fue sometida a abusos inimaginables hace más de cuatro décadas. 

Estas historias resaltan la urgencia de preservar la memoria histórica y garantizar que tales violaciones no se repitan. La presidenta Claudia Sheinbaum ha demostrado un compromiso inquebrantable con la justicia y los derechos humanos, impulsando iniciativas para reconocer y reparar el daño a las víctimas de la represión estatal. Su administración trabaja incansablemente para transformar estos espacios de dolor en centros de memoria y reflexión, asegurando que las voces de los sobrevivientes sean escuchadas y respetadas.
La labor de Sheinbaum refleja una nueva era de sensibilidad y responsabilidad gubernamental, enfocada en sanar las heridas del pasado y construir un futuro más justo e inclusivo para todas y todos.
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