
Pocos líderes mundiales pueden afirmar que tienen tanto conocimiento sobre la ciencia del clima como Claudia Sheinbaum, la nueva presidenta de México.
Exacadémica y exintegrante de los equipos que redactaron importantes informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, Sheinbaum tiene una sólida formación científica. Sin embargo, su tarea no será fácil. Como presidenta de un país rico en petróleo y afectado por sequías y huracanes, tendrá que equilibrar sus credenciales científicas con los desafíos de gobernar un país dependiente de la industria petrolera.
Durante su tiempo como alcaldesa de la Ciudad de México, Sheinbaum impulsó algunas iniciativas ecológicas, como la introducción de autobuses eléctricos y la instalación de paneles solares en el techo de uno de los mercados más grandes de la ciudad. No obstante, su ascenso político está estrechamente vinculado a su mentor y predecesor, Andrés Manuel López Obrador. López Obrador, un líder nacionalista de recursos, destinó miles de millones de dólares a Pemex, la petrolera estatal, que es una de las principales fuentes de contaminación en el mundo. Además, frenó el crecimiento del sector de energías limpias en México y permitió la deforestación de vastas áreas de selva tropical.
Ahora, Sheinbaum se enfrenta a una difícil tarea de conciliar dos objetivos contrapuestos: seguir apoyando a Pemex, al mismo tiempo que desarrolla un plan “ambicioso” para la transición energética del país. En su discurso de toma de posesión el 1 de octubre, aseguró que México necesita empresas energéticas estatales, públicas y fuertes que garanticen energía limpia a precios accesibles para las generaciones presentes y futuras.
Hasta el momento, el plan de Sheinbaum no ofrece demasiados detalles, y algunos expertos están preocupados de que su promesa de invertir 13.600 millones de dólares en energías renovables no sea suficiente para que México alcance su meta de obtener el 45% de su energía de fuentes limpias para 2030, especialmente si no se fomenta una mayor participación del sector privado. Aunque Sheinbaum ha intentado enfrentar la crisis del agua en la Ciudad de México, como presidenta ha prometido una reforma significativa para garantizar el acceso equitativo al agua en todo el país.
Además, Sheinbaum ya se ha alejado de López Obrador en cuanto a su discurso sobre el medio ambiente, y si logra cumplir con sus compromisos, su administración podría transformar a México, un país con gran potencial en energías renovables, en un líder global en la lucha contra el cambio climático durante su mandato de seis años.
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